Eficacia y eficiencia
Eficacia y eficiencia
De los tres pilares principales que soportan el Reglamento de Instalaciones Térmicas en los Edificios (R.I.T.E.) el de eficiencia es a mi juicio el menos moderno.
Esta afirmación puede parecer un poco fuera de lugar teniendo en cuenta que vivimos en los años de la eficiencia. Trato de justificarme.
Hay mensajes en la sociedad que hacen fortuna, si bien en ocasiones esta sociedad de consumo los banaliza y tergiversa. Pongo por ejemplo el adjetivo ecológico: Tenemos “coches ecológicos”, “comida ecológica”, “vacaciones ecológicas” y si se me apura “arboles ecológicos” que es el arte supremo de no decir nada para mercachifles.
He llegado a leer en medios de comunicación de difusión y prestigio reconocidos a una administración local hablar de “excedente ecológico” como si se pudiera medir la cantidad de “ecología” que tú puedes trasegar de un lado para otro.
Lejos está en mi intención el criticar el trabajo de mucha gente preocupada por mejorar este mundo artificial tan alejado de nuestra naturaleza. Más bien me gusta mirar de reojo a los que se montan en el carro para sacar tajada.
La ecología como mensaje cala por muchos motivos. Por motivos similares el mensaje de alimentación sana también es prestigioso en nuestra sociedad acosada por una sobreinformación sin pausa y sin tiempo para asimilarla con criterio y juicio.
Y como no podía ser de otra manera la eficiencia es del mismo modo un término desgastado de tanto usarse. Tenemos motores más eficientes, calderas más eficientes, lavadoras supereficientes, hogares eficientes, y el rizando el rizo detergentes e inmobiliarias “ecoeficientes” que son el súmmum de la eficiencia.
El problema es que no distinguimos muy bien la eficiencia de la eficacia.
Un equipo o proceso o actividad es eficaz cuando cumple con los objetivos para los que fue diseñado: Un coche todoterreno de 250 CV de potencia es eficaz para circular por la ciudad pero no es eficiente, una instalación de calefacción de radiadores eléctricos (calor azul) es eficaz para calentar una casa pero no es eficiente, unas bombillas de bajo consumo encendidas día y noche en un comercio con poco acceso a la luz diurna son eficaces pero poco eficientes.
Pongamos entontes que la eficiencia en un equipo, proceso o actividad es la capacidad para cumplir con los objetivos para los que fue diseñado con la mínima cantidad de recursos posibles. Con el mínimo gasto posible.
Y en esto último está la clave. Y en esto último fallamos estrepitosamente.
Nos compramos coches todoterrenos de 250 CV para circular por la ciudad y se nos dice que son “eco drive” porque son muy eficientes y consumen muy poco. Nos colocamos radiadores eléctricos en casa para paliar un defecto de aislamiento de nuestra casa usando la energía más cara que tenemos en el mercado y colocamos bombillas de bajo consumo porque carecemos de ventanales que dejen pasar la luz diurna por un mal diseño o por criterios de dudosa estética.
El R.I.T.E. pretende trazar un camino. Pero no debemos quedarnos solo con lo superficial.
Debemos ser eficientes en la producción de frío o calor instalando calderas y equipos de frío actuales que se han fabricado buscando el mínimo consumo
Debemos ser eficientes en la distribución del calor o frío aislando tubos y conductos con materiales malos conductores del calor.
Eficientes en el control automatizando la cesión de calor o frío en función de las necesidades del momento.
Eficientes por aprovechar la energía que tiramos en la renovación del aire sobre todo en grandes instalaciones.
Eficientes por usar energías renovables y procedentes de fuentes residuales. También limitando el uso de energías convencionales y desechando el uso del carbón como fuente energética para climatizar.
No se pretende únicamente que se coloquen calderas y climatizadores de última generación, que ya por modernos son bastante más eficientes que los antiguos, que se coloquen recuperadores de calor del aire que tiramos por renovación o que coloquemos captadores solares.
La filosofía del R.I.T.E. es buscar la eficiencia en una instalación como conjunto. Y quizás puede ser más interesante y eficiente aislar convenientemente una vivienda con trasdosados en las paredes y ventanas con rotura de puente térmico que invertir en la última caldera de condensación que tenemos en el mercado.
La eficiencia es un camino, o mejor una manera de entender una instalación dentro de un edificio sin perder el objetivo final. De poco me sirve mejorar mi instalación térmica si el edificio que la contiene no está en sintonía con ella. A mi modesto utilitario que utilizo para desplazarme puedo colocarle las ruedas del coche de Fernando Alonso pero no debo esperar milagros a la hora de circular por las carreteras.
Al principio decía que el concepto de eficiencia era poco moderno. De hecho es bastante antiguo. Nuestros abuelos lo tenían muy claro y a diario lo demostraban. Cuando construían casas se cuidaban de que estuvieran suficientemente soleadas, con sólidos muros y aprovechando al máximo los materiales que tenían cerca. No tenían las veleidades de hacerse traer maderas del oriente o mármoles travertinos cuando se trataba de ser eficientes. La eficiencia la demostraban también en la alimentación y en el vestido. Pero eso es otra historia.
Espero que os haya gustado,
Autor: |
Oscar Gacho Ingeniero Industrial Profesor en CTEEP |
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